ANTE UNA MASIVA AUDIENCIA VIRTUAL, EL 25 DE MAYO SE REALIZÓ LA
SEGUNDA JORNADA DE LA SEMANA DE LA CONSTRUCCIÓN 2021. CONTÓ
CON DOS IMPORTANTES ORADORES INTERNACIONALES: EL ECONOMISTA
DARON ACEMOGLU, COAUTOR DE LOS LIBROS “¿POR QUÉ FRACASAN LAS
NACIONES?” Y “EL PASILLO ESTRECHO”, Y EL CHILENO ALFREDO ZAMUDIO,
DIRECTOR EJECUTIVO DEL CENTRO NANSEN PARA LA PAZ Y EL DIÁLOGO. AMBOS
REALIZARON UNA EVALUACIÓN DEL ESCENARIO SOCIAL Y POLÍTICO QUE VIVE
ACTUALMENTE NUESTRO PAÍS.
Por Ximena Greene_ Fotos CChC.
“Debemos conocer y reconocer el valor del diálogo como una herramienta clave para construir confianzas y, sobre esta base, trabajar colaborativamente en la búsqueda de un bien común”. Con estas palabras, Juan Armando Vicuña, vicepresidente de la CChC, inició la segunda jornada de la Semana de la Construcción.
La primera parte de la conversación estuvo a cargo del economista turco-estadounidense y docente del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), Daron Acemoglu, coautor de los libros “¿Por qué fracasan las naciones?” y “El pasillo estrecho”, quien hizo un exhaustivo análisis sobre los aspectos esenciales que los países deben desarrollar para desarrollarse y no caer en el autoritarismo. Su teoría, realizada en conjunto con el politólogo americano James Robinson, se basa en la idea de que las instituciones por sí solas no son capaces de proteger la democracia, la prosperidad y la libertad. Necesitan de un Estado robusto y de una sociedad protagonista.
Haciendo alusión el título del “Pasillo estrecho”, los autores establecen que este corredor simboliza el equilibrio, la competencia y la cooperación que tiene que haber entre un Estado con amplias atribuciones y una sociedad activa, en la que ninguna de las dos partes debe superar a la otra. ¿Cómo se sustentan estas dinámicas? “Una idea común es que todo es mejor con buenas constituciones, pero nuestra investigación señala que eso no basta por sí solo. Hay que crear un marco de equilibrio entre el Estado y la sociedad, pero también hay que aplanar la relación social jerárquica”, señaló Acemoglu en su presentación.
Para el economista, la transición de Chile hacia el pasillo no solo ha sido dolorosa, sino también enigmática. A pesar de que el país ha construido un Estado de bienestar robusto –reflexionó–, con habilidad para que los servicios se realicen, la educación mejore y la infraestructura se construya, el progreso y la riqueza dispararon las desigualdades y una pequeña fracción de la población pasó a tener prácticamente todo el control de los ingresos del país. “Lo que estamos viendo es que en Chile ha habido una transición incompleta, desde el punto de la desigualdad, y parece ser un país en donde hay dos niveles de ciudadanos. Aunque la sociedad chilena, los jóvenes y algunos procesos políticos han ido limando ciertas desigualdades de estatus, estas siguen estando ahí y acumulan descontento”, afirmó.
Para el académico del MIT, los recientes resultados de la Asamblea Constituyente son tanto una advertencia como una esperanza. “La derrota del ‘partido tradicional’ dice que la gente está tratando de tomarse en serio la desigualdad de estatus y está intentando revertirla. Pero el hecho de que los partidos, que a menudo han sido la columna vertebral de las democracias estables, se debiliten y algunos grupos marginales se empoderen, también plantea peligros sobre cuáles serán los próximos pasos: la polarización o la reconciliación”, comentó.
EL DIÁLOGO COMO PIEDRA ANGULAR
La segunda parte de la jornada estuvo a cargo del chileno Alfredo Zamudio, director ejecutivo del Centro Nansen para la Paz y el Diálogo y un destacado facilitador de procesos a nivel global, con más de 30 años de experiencia en gestión de derechos humanos, emergencias humanitarias y transformación de conflictos.
Al igual que para Acemoglu, para Zamudio el nuevo desafío que se ha planteado Chile en la redacción de una nueva Constitución es una tarea que, más que generar preocupación, suscita cierto optimismo debido a la idea de que, a través de este proceso, es posible reducir la desigualdad social y construir una sociedad mejor. Sin embargo, advierte que esto no será fácil. “En Chile hay una profunda tristeza, un malestar y un lamento generalizado, porque gran parte de la ciudadanía no se siente atendida por las instituciones. Pero, al mismo tiempo, todas esas personas están de acuerdo en una cosa y es que creen que es posible un reencuentro”, señaló.
Según el experto, hay que potenciar un proceso de conversación que facilite ese reencuentro. “Lo que está pasando es una oportunidad para reaprender a ser sociedad. En un país como el nuestro, en donde la discusión política se ha visto empujada y presionada en gran parte por un sentimiento de desigualdad, con una nueva forma de hacer las cosas se pueden crear puntos de encuentro para compartir más, transformar cosas en conjunto y superar los sesgos que se vienen”, advirtió Zamudio.
Para ello, la recomendación del Centro Nansen para la Paz y el Diálogo es no tratar de solucionar los temas más difíciles de inmediato. “El proceso de hacer cosas juntos y encontrar puntos de encuentro demora mucho tiempo. Pero si se identifica un problema fácilmente transformable y se logra hacer un cambio, por muy pequeño que sea, tal vez las partes quieran seguir conversando. Eso es a lo que debemos apuntar hoy en Chile. Si transformamos lo que hubo y superamos lo que hay, tal vez podamos estar en mejores condiciones para superar, prevenir y mitigar lo que se viene”, afirmó el director ejecutivo de este organismo en su intervención.
EL PESO DE UNA CONSTITUCIÓN
Tal como explica Daron Acemoglu en su libro “El pasillo estrecho”, el problema creciente de las naciones es que, a medida que el Estado se fortalece y asume más responsabilidades, los ciudadanos no necesariamente toman un rol activo y así se producen los desequilibrios y aparecen las desigualdades.
Frente a este dilema, aseguró que tener un proceso participativo, que es lo que Chile está realizando a través de la Convención Constituyente, es “una idea brillante” si es que la nueva Constitución es realmente un símbolo de reinversión de las desigualdades sociales y le otorga voz a aquellos que pensaban que la situación del país no podía cambiar.
“Si esto fuera así”, explicó, “el proceso de redacción y ratificación de la Constitución importa tanto como la Constitución misma”. Sin embargo, Acemoglu advirtió sobre la importancia de que la sociedad civil tenga un rol activo y que, al mismo tiempo, el proceso esté basado en compromisos y elementos que refuercen los derechos de los individuos. A ello se suma el establecimiento de ciertas certezas para continuar con una economía de mercado más igualitaria y con mayor respeto.
“Si quieren permanecer en el pasillo hoy, en medio de la crisis del Coronavirus y con todos los cambios tecnológicos, las desigualdades y la globalización, la regla en la redacción de la nueva Constitución tiene que ser no aplastar a la oposición. Eso requiere un equilibrio de poder y una buena dosis de compromiso social y político, lo cual es imposible a menos que las dos partes reconozcan los problemas y los dolores de cada una de ellas”, sentenció.