Situado en las afueras de Coyhaique, el museo está conformado por un nuevo edificio y seis construcciones patrimoniales que fueron cuidadosamente restauradas. Es un espacio que recoge y habla de la historia y el legado de esta zona austral.
Por Victoria Hernández
El Museo Regional de Aysén surgió para resguardar y difundir la historia y cultura de esta región patagónica. Y lo hace rescatando el propio acervo aysenino, ya que, además de la construcción de un nuevo edificio, el recinto incluye un conjunto de seis inmuebles patrimoniales que fueron restaurados y que forman parte de la historia de cómo se pobló la zona.
Situado en las afueras de Coyhaique, el museo en su conjunto cuenta con varias salas de exposición, espacios para talleres, un auditorio y salas multiuso, entre otras instalaciones. En sus 4.246 m2 reúne, estudia y exhibe el patrimonio natural y cultural que distingue e identifica a la Región de Aysén y a quienes la han habitado.
Se emplaza en construcciones declaradas como Monumento Histórico Nacional en 2009. Edificadas entre 1902 y 1930, pertenecieron a la Sociedad Industrial de Aysén (SIA), que centró su actividad en la ganadería ovina. El sector era una de las cuatro grandes concesiones para colonizar la Patagonia y fue ahí donde se instaló en 1929 la ciudad de Baquedano, que posteriormente se llamaría Coyhaique.
La obra, que se inició en 2015, se encuentra terminada y entregada a la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos (Dibam), que hasta el cierre de esta edición se encontraba trabajando para su próxima apertura. Tanto el proyecto de restauración como la implementación del museo son parte del Programa para la Puesta en Valor del Patrimonio, que desarrolla el Ministerio de Obras Públicas por medio de la Dirección de Arquitectura, junto con la Subsecretaría de Desarrollo Regional y Administrativo (Subdere) y el Gobierno Regional.
MODERNIDAD Y TRADICIÓNEl museo se ubica en el Camino Coyhaique Alto y está dispuesto hacia ambos lados de la carretera. Hacia el sur se encuentran cinco de las seis edificaciones restauradas: pulpería, casa de familia, oficina, almacén y bodega de fertilizantes. En tanto, hacia el norte se ubican la cocina de peones y el nuevo edificio que, con 2.941m2, corresponde a la estructura más grande.
“La volumetría y emplazamiento del nuevo recinto responden a la memoria de construcciones que originalmente forma- ron parte del conjunto y que no sobrevivieron al paso del tiempo: el galpón de esquila y las casas quinta que se ubicaban en ese sector”, comenta Cristóbal Tirado, arquitecto a cargo del proyecto.
Su geometría busca recuperar lo que era el antiguo galpón. Además, los arquitectos tomaron un segundo concepto para desarrollar esta nueva edificación e implementaron la forma de los techos característicos de las casas quinta del lugar. En consecuencia, la parte nueva se caracteriza por una secuencia de techos inclinados a dos aguas, con distintas alturas. “Conceptualmente, lo que hicimos fue acumular estas casas que alguna vez existieron y transformarlas en un gran edificio nuevo”, dice Tirado. Las distintas inclinaciones de estos techos son producto de un estudio que determinó cuáles eran las pendientes tradicionales en Coyhaique.
El edificio recoge el mismo ancho de la cocina de peones. Es intersectado por cuatro patios interiores, que responden a alamedas transversales y que permiten la entrada de luz. Posee dos niveles: en el subterráneo están las áreas técnicas, como depósitos y colecciones, archivos, talleres de restauración y biblioteca. En tanto, en el primer piso se ubica el hall, un auditorio y cuatro grandes salas de exposición, que están subdivididas por los patios interiores. Cada una es distinta, debido a la pendiente interior de los techos. Esto permite que sea un espacio flexible, que se adapte a las diversas necesidades que requiera el museo.
FICHA TÉCNICA MANDANTE: Gobierno Regional de Aysén. UNIDAD TÉCNICA: Dirección Regional de Arquitectura del MOP Región de Aysén. ARQUITECTOS: Cristóbal Tirado, Silvia Barbera, Jorge Batesteza. JEFE PROYECTO: Cristóbal Tirado. COLABORADORES:- Rodríguez (jefe equipo), JP. Larraín, I. Balart,
- Torreblanca, JC. Barros,
- Cruz.
- Larraín (restauración),
- Zegers (cálculo), Cobe Ing (sanitario y eléctrico), Termovac (clima), DLLD (iluminación), Paisaje MPB (paisajismo), I. Balart (mobiliario y señalética), Contacus (acústica).
De estructura metálica, el recinto está completamente revestido en lenga en su exterior, tanto en muros como en el techo. “La lenga con el tiempo se oxidará cada vez más, recuperando la condición de galpón de esquila antiguo, en que la madera es prácticamente blanca”, señala el arquitecto.
La nueva construcción fue edificada para contar con buena aislación acústica y térmica. “Es un museo moderno de primera calidad, que puede recibir cualquier tipo de colección”, puntualiza Tirado. Esta albergará la exhibición permanente del museo, pero también se habilitaron salas temporales para acoger muestras o colecciones.
Por otra parte, el proyecto de paisajismo busca restaurar y consolidar las características históricas de la estancia y, a su vez, proteger al museo del crecimiento de Coyhaique. La gran mayoría de la especies plantadas son locales y poseen una alta estacionalidad, por lo que los colores y florecimientos variarán durante el año. El museo será un nuevo parque para la ciudad de Coyhaique y para resguardarlo se plantaron lengas en su perímetro.
PUESTA EN VALORUn importante trabajo de restauración y rehabilitación se llevó a cabo en los inmuebles preexistentes. Este buscó el equilibrio entre el confort para su habitabilidad y la conservación de sus cualidades históricas. “La forma de enfrentar los edificios patrimoniales fue, por una parte, poner en valor sus principales elementos que los hacen únicos y, al mismo tiempo, otorgarles habitabilidad para que funcionen como parte del museo”, cuenta Cristóbal Tirado.
Paula Galindo, arquitecta de la constructora a cargo de la restauración durante las obras, explica que, en el caso de las casas de madera (pulpería, almacén, oficina, casa de familia), se realizó un trabajo que consistió en sacar el revestimiento, revisar la estructura y cambiar lo deteriorado, utilizando técnicas como ensambles antiguos hechos por carpinteros. Asimismo, se hicieron nuevas fundaciones, ya que las que habían estaban totalmente deterioradas. Se levantaron las casas un metro y medio, se construyeron fundaciones de hormigón armado y luego se bajaron las viviendas a su posición original.
En tanto, las tejuelas de la techumbre de la pulpería -el único recinto con este tipo de techo- se sacaron, restauraron y se les aplicó un impregnante para resguardarlas. “Se trataron de colocar todas en el agua que da hacia la calle para que se vean. Se reemplazaron las que no se pudieron volver a poner por tejuelas nuevas y se instalaron de la misma forma”, detalla Paula Galindo.
En sus 4.246 M2, el museo reúne y exhibe el patrimonio natural y cultural que distingue e identifica a la Región de Aysén y a quienes la han habitado.
En la bodega de fertilizantes, construida en albañilería de ladrillo, se realizó una consolidación estructural, debido a que la obra estaba muy desgastada. También se pusieron en valor las tres grandes salas del recinto y los elementos estructurales del espacio, como el sistema de cerchas de la cubierta, que fue dejado a la vista.
En cuanto a la cocina de peones, edificio de mampostería de piedra, lo más atractivo era que su cubierta estaba construida en base a un “enjambre” de tablas y vigas en todas direcciones. Se obtuvo un espacio interior pintado de blanco y sobre el nivel de los muros se ve el conjunto de madera. Asimismo, al recinto se le dieron condiciones de habitabilidad en cuanto a aislación térmica y acústica, iluminación y ventilación.
Vera Rebeco, representante en la Región de Aysén de la Constructora LyD y que fue jefa de la oficina técnica durante el proyecto, señala que, en el proceso de restauración y construcción, el retiro de piezas de madera (revestimientos de piso y muros, terminaciones como cornisas y pilastras, puertas y ventanas) debía ser hecho con sumo cuidado, para ser luego etiquetadas con un código que permitiera identificar su origen y colocarlas posteriormente en su ubicación original.
Los edificios restaurados se habilitarán para diversos usos. La cocina de peones alojará un restorán y salas de exposición temporal. La oficina y almacén pasarán a ser las oficinas del director y los investigadores. La pulpería albergará una exposición relacionada con la Sociedad Industrial de Aysén (SIA) y los colonos. La casa de familia, en tanto, será el lugar destinado a la realización de talleres comunitarios. Y la bodega de fertilizantes contará con grandes salas de exposiciones temporales.
Edición N°175, Enero 2018